La colombiana que embellece a las antofagastinas
Blanca Zamorano llegó en 2014 con el sueño de su emprendimiento. Asegura que fue difícil al inicio, pero agradece a Chile por "ser un país de oportunidades".
Cristian Puebla H. - La Estrella de Antofagasta
Son muchos los colombianos que han llegado desde hace varios años a Antofagasta en busca de nuevas oportunidades, algunos con más suerte que otros, pero todos con la ilusión de poder crecer en Chile y así ayudar económicamente a sus familiares que quedaron esperando en la tierra de Botero y García Márquez.
La historia de Blanca Zamorano tiene muchas particularidades, ya que luchó desde abajo, y contra la envidia de chilenos y algunos de sus "paisanos" para poder desarrollar su emprendimiento.
Llegó en 2014 con el sueño de surgir en un país que le ofrecía mejores oportunidades. Enfermera de profesión, Blanca con esfuerzo y sacrificio ha logrado sacar adelante su sueño. Tuvo un inicio duro, con muy poca ayuda, pero paso a paso empezó a surgir y hoy ya cuenta con su consulta para ofrecer la mejor atención a sus clientes en el área de limpieza facial y tratamientos corporales, donde asegura que las chilenas "ahora se preocupan mucho más de su aspecto físico, de invertir en ellas".
"Llegué con la ropa puesta. Mi hija iba a ingresar a la universidad y la situación estaba muy dura en Colombia", cuenta Blanca mientras se prepara para recibir a su primera cliente.
"Yo en Cali tenía un spa con un grupo de cirujanos... Me iba bien, pero llegaron los problemas económicos y debí buscar opciones. Allí me hablaron de Chile y de Antofagasta", acotó.
La colombiana asegura que tener una profesión le sirvió mucho para abrir puertas y empezar a surgir. "Yo soy enfermera, además trabajo como cosmetóloga y con todo lo relacionado al cuidado personal. Mis clientes vienen para realizarse limpieza facial y masaje reductivo. Las chilenas no gastan mucho en su cuidado, pero poco a poco han empezado a preocuparse de su imagen".
Inicios
Blanca cuenta que los primeros seis meses fueron muy duros, "eran días donde apenas ganaba 2 mil pesos diarios. Trabajaba en un espacio muy pequeño, con limpiezas faciales, masajes reductivos y tratamiento de cosmética. Cuando validé mis papeles y la gente supo que tenía estudios profesionales se me abrieron las puertas".
"Tuve que sacar boletas para prestación de servicios y allí alquilé un espacio para poder trabajar tranquila... Era difícil, ya que con lo que ganaba pagaba el arriendo y la pieza donde dormía, así que muy poco podía enviar a Colombia", relata la profesional.
Recién a los 10 meses pudo mandar dinero a sus familiares, y luego empezó a ganarse sus clientes hasta que pudo arrendar un departamento e instalar su propio local. Pudo adquirir equipos de primera tecnología y ahora logró tomar vacaciones y viajar a su tierra para reencontrase con los suyos.
"Soy una agradecida de Chile. Si tu vienes con ganas de trabajar de manera honrada siempre se abrirán puertas. Uno deja familia, amigos, pero eso tiene su recompensa.
Acá hay que trabajar duro, incluso en ocasiones más de 12 horas y fines de semana, pero todo vale la pena... La gente valora lo que tu haces, porque uno pone ganas y preocupación por que el trabajo sea de calidad", finalizó.