"Trágicas Coincidencias" El verano fatal del Challenger y el Columbia
Un 28 de enero de 1986, el transbordador Challenger explotaba segundos después del despegue. Hace quince años, pero un 1 de febrero, el Columbia colapsaba al regresar a la Tierra, marcando la gran derrota del programa espacial.
Por Néstor Flores F.
En 1986 se vivió uno de los momentos más fatídicos de la historia de la astronomía: el transbordador espacial Challenger, cuyo primer vuelo se había efectuado tres años antes, explotó luego de 73 segundos, tras su décima y última misión.
Era el 28 de enero, un día muy soleado, y entre las latas calcinadas se fueron también los cuerpos de sus siete tripulantes. Lo peor de todo: la cruenta escena fue observada en todo el mundo.
Es más: padres, esposas e hijos de los fallecidos estaban a los pies del despegue, en primera fila sobre las galerías dispuestas para ellos en el Centro Espacial Kennedy. Observaron la secuencia completa: el despegue, el penacho de fuego en el tanque de combustible, la desintegración, las cortinas de humo y cascadas de desperdicios metálicos. En un comienzo lo asimilaron como una situación propia del suceso, y tardaron uno, dos y hasta tres minutos en reconocer que jamás volverían a ver a sus familiares.
Los estudios posteriores de la Nasa se dedicaron a determinar la causa de muerte de los astronautas, pues el habitáculo cayó completo al mar. Sin embargo, fue tal la velocidad de esta caída (cerca de 350 Km/Hr) que era imposible sobrevivir a la colisión. Más aun: Robert Overmeyer, experto de la Nasa, asegura que las fuerzas a las que fueron expuestos los tripulantes durante la desintegración podrían no haber sido suficientes para causarles la muerte y, presumiblemente, cayeron vivos al mar. Los estudios también trataron de determinar las causas del accidente y, sobre todo, de aprender del mismo y evitar nuevas catástrofes.
A minutos de regresar
Pero quince años atrás, un 1 de febrero del 2003, el planeta volvió a observar un desastre similar en lo asombroso y estremecedor, y con un par de tortuosas similitudes.
El Columbia, a diferencia del Challenger, también se desintegró a poca distancia de la Tierra. Pero fue en su llegada, y no en el despegue. Había mucha expectación bajo ellos, y sus familiares también tuvieron la funesta suerte de ver cómo el calor y la velocidad consumía la nave. Dato no menor: también eran siete los tripulantes y, como en el Challenger, cinco hombres y dos destacadísimas mujeres.
En 1986 fallecieron Judith Arlene Resnik, ingeniera eléctrica, ingeniera biomédica e ingeniera de sistemas en desarrollo de productos nacida en Ohio, además de Sharon Corrigan, licenciada en Arte y astronauta entrenada en la misma Nasa, en el Proyecto Profesor en el Espacio.
En el Columbia viajaban Kalpana Chawla, una ingeniera aeroespacial nacida en India -ésta era su segunda misión espacial-, y Laurel Salton Clark, capitana de la Marina de Estados Unidos y cirujana de vuelo, por lo que se dedicaba a experimentos biológicos.
Uno de los datos más tremendos que arrojó el posterior estudio de la Nasa fue tener que reconocer que los siete astronautas del Columbia supieron, 40 segundos antes de que el transbordador se desintegrara debido al ingreso a la atmósfera, que iban a morir. Esa revelación, tras un informe de la Nasa, detalló que, en ese tiempo, las víctimas supieron que habían perdido del todo el control del transbordador.
Textualmente, el informe de más de 400 páginas dice: "Cuando sucedió la explosión y considerando el módulo de la tripulación, no hubo posibilidad de que sobrevivieran con los medios disponibles".
El Columbia, de un valor de 7.000 millones de dólares, se disponía a culminar el día 16 y último de su, hasta ese minuto, muy correcta misión científica. Al igual que el despegue del Challenger, su objetivo era llegar al Centro Espacial Kennedy, de Florida.
El detalle de la investigación dice que un trozo de espuma aislante perforó el ala izquierda de la nave, abriendo un agujero. Por éste ingresó aire candente, el que ocasionó la maldita explosión. Pero esto no fue en el regreso a nuestra atmósfera, sino que durante el lanzamiento. ¿Cuál habría sido el error principal de la Nasa? No detectar el daño durante las más de dos semanas de misión.
Pero hubo más, lo que se llamó 'múltiples fallos', como el no funcionamiento del mecanismo que aseguraba las correas a los hombros de los astronautas. Cuando la falta de presión de la cabina hizo que la tripulación perdiera el conocimiento, sus cuerpos quedaron agitándose en el aire, expuestos al movimiento gravitatorio, agarrados a los asientos solo por la cintura, ocasionando serias lesiones en cuello, cabeza, columna y pulmones. Tampoco se ajustaron los cascos, por lo que "se produjo un trauma letal en los tripulantes, inconscientes o ya muertos, debido a la falta de apoyo y sujeción en la parte superior de su cuerpo", reconoció fría pero honestamente la Nasa.


