Casi cuatro décadas dedicada a alegrar los cumpleaños infantiles
Elsa Guzmán fue la pionera en instalarse con una tienda de cumpleaños en la ciudad. Ya suma casi 40 años y explica como ha ido evolucionando este tipo de celebraciones. Además nos cuenta el milagro de Ayquina que ella vivió.
Son casi cuatro décadas llenando de color y alegría los cumpleaños de los niños calameños. Generaciones completas han organizado sus celebraciones con los productos que ofrece Elsa Guzmán.
Efectivamente son casi cuatro décadas desde que abrió sus puertas La Casa del Cumpleaños, transformándose a punta de esfuerzo y un gran trabajo, en un referente del comercio tradicional de la ciudad.
Un negocio que fue construido a la par de las historias de su dueña, quien reconoció que por la necesidad de criar a su hija, optó por trabajar de forma independiente.
Con 73 años la señora Elsa sin duda tiene esa agilidad que muchas mujeres más jóvenes quisiéramos. No se detiene ni un día y su agenda siempre está colmada de compromisos, no solo con sus más fieles clientes, sino que también con su fe.
Nacida y criada en Calama, ha visto como la ciudad ha ido creciendo, como se ha ido desarrollando y como su rostro ha ido cambiando.
Elsa Guzmán Vargas es una mujer que sigue trabajando, porque lo disfruta. Aunque su negocio hoy ha ido mutando y hoy oferta muchos productos de repostería, su negocio sigue repleto de globos de cientos de colores que alegran su local.
Ubicada en el Pasaje Municipal, a diario recibe a esos clientes que ha ido construyendo en el tiempo. Otros se van sumando con el auge que ha experimentado la pastelería creativa en el último tiempo.
Comenzó a trabajar a los 17 años. Su padre falleció y sola junto a su madre, se vio en la necesidad de salir a buscar recursos para mantenerse. Partió trabajando muy joven en Codelco.
Con el correr de los años conoció a quien fue su marido, con quien tuvo una hija. Si bien en un comienzo su madre se hizo cargo de su crianza, problema de salud hicieron imposible que siguiera con esta labor.
Pero vamos por parte. Que esa pequeña que hoy ya tiene 40 años llegara a sus brazos, antes debió hacer muchos esfuerzos.
"Yo no podía tener hijos. Fui incluso hasta a Santiago para ver médico. Le dije a mi esposo que adoptáramos uno. Empecé a pensar qué hacer y me fui a Ayquina un 12 diciembre. Me arrodillé ante ella y le pedí con tanta fe, que me diera una, nada más", ahí comenzó a vivir lo que ella considera hasta el día de hoy como un verdadero milagro.
"Fue tanta mi fe, que fue la única vez en mi vida que me desmayé. Cuando desperté estaba en la plaza y pregunté qué me había pasado y me dijeron que me había desmayado", continúo su relato.
Pasaron las semanas y comenzó a sentir algunos malestares. Esto hizo que decidiera consultar con un médico, quien tras realizarle una serie de exámenes le entregó la noticias que tanto había esperado. Estaba embarazada.
Su madre fue quien los primeros años la ayuda con el cuidado de su pequeña. "A ella no le gustaba que le contratara niñera, así que decidió cuidarla ella. Pero después se enfermó, y ahí decidí empezar con el negocio para poder estar con mi hija", comentó Elsa.
Comenzó haciendo algunos gorritos que ofrecía en el negocio de una de sus hermanas, la misma que luego la incentivo a ir en busca de mercadería a Bolivia.
"La primera vez que fuimos, me encontré con una avenida completa llena de piñata y llenamos un vagón de tren. Nos vinimos a Antofagasta y luego a Calama, aquí lo fuimos a buscar a la antigua estación de calle Balmaceda", explicó.
Su primer local estaba en calle Sotomayor, partió lentamente y hasta hoy recuerda a su primera clienta. "Era la esposa del gobernador de la época, ella me deseo mucha suerte y dijo que tenía cosas muy linda", explicó.
De ahí en más comenzó a buscar la forma de siempre tener para sus clientes los mejores productos para los cumpleaños de sus hijos, hasta que decidió viajar también a la capital.
"Sin conocer fui y empecé a presentarme con los distribuidores. Empecé a encargar y luego nunca más fue necesario que yo fuera, porque todo lo mandaba a pedir y luego me llegaba", explicó.
Luego se cambió a un gran local en calle Vargas, donde quiso plasmar una idea que a la postre no le funcionó. "Yo quería tener un minimarket de cumpleaños, llegué a tener 120 modelos de gorros, pero con el tiempo me di cuenta que no era rentable, porque la gente tomaba todo y robaban mucho, así que me cambié otra vez de local", comentó.
Por 15 años siguió en Vargas pero en otro espacio. Lugar del que se fue tras algunos temas administrativos, que la obligaron a instalarse en su casa.
"Ahí dije, hasta aquí no más llegó. Estaba cansada. Ahí empecé a tener varias clientes del Lezaeta. Ellas me llamaban, yo preparaba su pedido y luego pasaban por él en sus autos", comentó.
Aunque había decidido que iba a terminar su incursión en el comercio, fue su única hija y único nieto, quienes la incentivaron a reabrir en el centro.
"Mi nieto se instaló porque dijo que me andaban buscando. Hasta que volví, me cambié un par de veces hasta que llegué aquí", explicó en su local del pasaje municipal.
Hoy distribuye sus tiempos entre su local y también la dedicación que tiene con la "Chinita" de Ayquina. Siente que cada día debe agradecer el milagro que le entregó la Virgen.
Siente la infinita satisfacción de ser quien cada semana la viste, la arregla y la deja lista para los fieles que la visitan.
"Para mi es un privilegio, yo soy la que le cambio su ropa, la arreglo. Ella ha sido una gran compañía para mi y disfruto cada día que estoy en Ayquina junto a ella", agregó.
Y por supuesto que nunca está ausente de la fiesta de su Virgen. Llega hasta dos semanas antes y la acompaña hasta el 8 de septiembre.
"Me gustaría que alguien más aprendiera esto, es algo hermoso y se debe sentir alegría de compartirlo", comentó.
Elsa sigue en su negocio, al que cada día dedica gran parte de su tiempo. El lugar donde hoy recibe a sus clientes, a esos que pese a que los tipo de cumpleaños han cambiado, siguen prefiriéndola.
"Ahora los niños piden otra cosas. Antes bastaba con los colores llamativos. Por eso también me estoy dedicando a la venta de insumos de repostería, pero algo de cumpleaños sigue quedando, por cariño o quizás por nostalgia", remató esta conocida comerciante loína.