Locura por tienda de "Slime": la fila era de una cuadra y media
Cientos de niños esperaron horas para comprar estas masas pegajosas, el juguete del momento.
Aunque ayer feriado casi no andaba un alma por el sector de la Avenida Brasil, la puerta del Patio Jacarandá de calle Salvador Reyes parecía la entrada para ir al Lollapalooza. Por lo menos unas 200 personas, entre mamás, niñas y niños, hacían cola para entrar a la inauguración de la tienda "Slime Afta", en una fila que daba vuelta la cuadra.
El "Slime" (se pronuncia eslaim) es como una especie de masa pegajosa hecha a partir de cola fría. No es como la plasticina, que usted puede moldear y hacer figuritas. No: el slime es para estirar, apretar, amasar. Su textura es como si uno metiera la mano en una medusa ¿Usted ubica los pegalocos? Algo así. Los niños les ponen adornos y brillitos para adornarlos y, al estrujar algunos slimes, el sonido es parecido como cuando se revientan los plásticos de burbujas. Relajante, casi hipnótico.
La locura por el juguete de moda era tanta, que sólo podían entrar de a grupos de 15 personas. Los pequeños clientes veían, compraban y se iban con galletas de regalo. El problema fue que la larga espera (había personas que llevaban tres horas) empezó a impacientar algunos ánimos, sobre todo porque no faltaba quien se intentaba colar con la excusa de ir a tomar café a otra tienda "¡No sea fresca pues señora, todas estamos haciendo la fila!", reclamaba una mamá a otra que trataba de hacer pasar a sus niños por delante.
Dentro, moviéndose para allá y para acá gestionando el primer día de su tienda, estaba la estrella que hizo convocar a toda esta gente: Sofía Vera, una niña de 13 años que en su Instagram tiene 57 mil seguidores que miran sus fotos y videos sobre los slimes que ella misma fabrica. El boom del slime ha llevado sus productos en gira por todo Chile y para lo de ayer sólo se convocó por redes sociales.
Apenas Sofi salió a ver la fila, sus pequeñas fanáticas ya estaban smartphone en mano rogando una foto con ella "¡Sofi! ¡Sofi!", le decían. Ni su papá, que estaba vigilando la puerta, ni ella misma, se imaginaron la tremenda convocatoria de un fenómeno que ella conoció por internet hace dos años.
-¿Esto es más de lo que ustedes pensaban?
-Sí, jaja.
Masas locas
No es primera vez que Mery Portilla lleva a su hija Anaís Montenegro (11) a un evento relacionado con las masas pegajosas. Tiempo atrás hubo un showroom en el Hotel Terrado y la fila, decía, "llegaba a la vuelta del Hotel Antofagasta". Con esa experiencia, ayer trató de llegar más temprano para ahorrarse la cola... pero igual la tuvo que enfrentar. "Yo tampoco tenía idea (de los slimes) pero ahora que mi hija también ocupa las cosas, una va aprendiendo con ellos mismos".
A su lado, Yerka Morel estaba un poco impacientada con el desorden de la fila, pero decía entender el fenómeno de estas masas locas. "Encuentro que se divierten sanamente, los productos que usan son sanos, los compramos nosotros los adultos con responsabilidad, pero el slime es súper divertido".
La tienda de Sofi vende todo el kit para hacer estas masas y los mismos potes, que parten en 2 mil pesos. En el intertanto va fabricando sus productos a una velocidad impresionante: puede hacer 100 en media hora. "Es que ahora uso máquina para hacerlo, así que me puedo demorar menos en hacer hartos", cuenta.
Afuera, algunas mamás en la entrada de la fila seguían peleando por los colados. Unas los tenían identificados. "Que vayan al café, que no se metan a la tienda de slime poh", soltaba.