Estos jóvenes le ganaron al cáncer
Seis niños recibieron ayer el alta oncológica en el Hospital Regional tras superar esa enfermedad.
Gisel González recuerda que tenía 12 años cuando escuchó por primera vez que tenía un liposarcoma en la cadera. El doctor que la atendió le dijo que era cáncer. "Con mi mamá quedamos súper en shock porque no entendíamos nada", cuenta. Ahí empezó todo un peregrinaje entre exámenes, viajes, hasta -finalmente- una operación quirúrgica.
Estuvo en Santiago un mes y le hicieron un examen para saber si necesitaba quimioterapia. "Y no la necesitaba, me devolví a Antofagasta y seguí en tratamiento", recuerda. De eso han pasado diez años y ayer Gisel, fue una de los pacientes que recibió el alta oncológica en una emocionante ceremonia realizada en el Hospital Regional de Antofagasta. A seis niños -hoy jóvenes, mayores de edad- les dedicaron esta jornada tras vencer el cáncer.
"Para poder generar el alta oncológica, tienen que tener diez años de seguimiento desde que terminó su tratamiento", cuenta Karla Vega, enfermera de la Unidad Oncológica Infantil del HRA, quien asegura que se ve si hay recaídas o complicaciones del tratamiento o de la misma enfermedad, y después de eso se dan en alta.
Actualmente, al Hospital Regional ingresan anualmente 14 casos nuevos de cáncer en niños, y 121 pacientes de distintas edades están en seguimiento, en etapa de controles para ver oportunamente posibles complicaciones. Sin embargo, la sobrevida es altísima: 80%, y la tasa de mortalidad es de 3 por cada 100 menores. En el Servicio de Salud señalan que la meta al 2020 es reducir esta mortalidad en un 5%.
Cuenta el doctor Rafael Bannura, presidente de Oncofeliz: "El cáncer en un niño es más fácil de mejorar, el problema está en el entorno familiar, porque el niño, como es chiquitito, no puede ir solo a Santiago. Hay que mandar al papá, a la mamá, después los hermanos tienen que ir a verlo. Es todo un problema social".
ánimo
Carolina Rojas es una de esas mamás que estuvo años en esos viajes a Santiago, luchando por su bebé. Su hija Connie fue diagnosticada a los dos años con leucemia mieloide aguda. Después de pasar por las quimioterapias, la pequeña se descompensó tanto que estuvo un mes en la UCI en coma. Los doctores le aseguraban que, si volvía, iba a regresar en estado vegetal.
"Fue un trato que hice con Dios", cuenta, emocionada. "Al mes despertó, le desconectaron las máquinas (…) y desde ahí empezó a aceptar todas las quimioterapias, todo". El día en que el doctor Cristian Polanco -un pilar para la familia, dice Carolina- les dijo "¡Terminamos!", saltaron de alegría después de todo lo que habían pasado.
"Sufrimos, pasamos hambre, pasamos frío, en Santiago no conocíamos a nadie (…) pero ella está viviendo la vida como yo le pedí que viviera a mi Señor", cuenta. Hoy, Connie va al colegio y allá le enseñan repostería. Y envía un mensaje a los papás de niños con este padecimiento: "Quiero decirles que se puede, nos vamos a caer pero nos vamos a parar. Lo podemos hacer porque tenemos fuerzas si amamos a ese hijo, esa fuerza ni siquiera nosotros mismos nos vamos a dar cuenta cómo sale".
La vida
Alexandra Ávalos tiene 19 años y quiere estudiar gastronomía internacional. "Me gusta andar inventando platos para almorzar", cuenta. El próximo año sacará su tercero y cuarto medio para sacar ese sueño adelante. A los cinco años le diagnosticaron leucemia. Dos años estuvo en Santiago y cuando la quimioterapia dio resultados, pudo volver a Antofagasta. Se ha hecho controles, el último de ellos hace unos meses atrás. "Y ya no volví más, me hice todos los exámenes y salieron todos buenos", sonríe.
Lo que destaca Alexandra es cómo la acogieron las "tías" del Hospital y los doctores. "Es como una familia", dice. "Son súper unidos y tratan siempre de demostrarnos a nosotros estar bien para que estemos igual que ellos".
"Yo lo tomo como una etapa superada. De aquí en adelante vienen nuevas cosas", dice Byron Veas, 20 años, quien estuvo en tratamiento por una leucemia, apoyado por su familia. Ahora, con el alta oncológica, quiere estudiar pedagogía en inglés. Este año dio la PSU. El también tiene mensajes para quienes viven con el cáncer. "Que tengan fe. Yo no soy muy creyente, pero si tienen fe en sus religiones, que tengan fe en eso y en las personas que están acá, porque hay bastantes profesionales que son muy capacitados". Luis Álvarez, de 27, también pasó diez años de seguimiento tras un linfoma. Ahora está haciendo la vida que planifica paso a paso. "Saqué una carrera de soldador… aunque todavía no encuentro trabajo. La meta mía es trabajar en eso", dice el joven.


