Cartas
Adiós a un camarada y amigo
Señor director:
Don Daniel Adaro, sin buscarlo ni quererlo y a través de una opción social y cristiana elegida en su juventud por los más pobres del norte y una irrenunciable vocación a la vida democrática en sociedad que defendió incluso con su propia existencia, se fue convirtiendo en un líder carismático, cuyas obras y recuerdos se anidaron para siempre en los corazones de los más necesitados de esta tierra.
Ahora en este momento de despedida terrenal, su figura comienza a ubicarse y descansará en la memoria grande e imborrable de la ciudad de Antofagasta.
Hoy para quienes tenemos el don de la fe, descansas junto a la diestra de nuestro Señor Jesucristo, tu "Flaco" como lo llamabas, junto con tus seres queridos y con tu obra devota hecha verbo en inspiración de servir.
Recorriste las ripiosas y empinadas calles de los cerros áridos y altos de Antofagasta como un apóstol social de las causas justas llevando la justicia social del Frei verdadero, por el que te hiciste democratacristiano, a los más humildes de esta tierra.
Tal vez una de las grandes virtudes de don Daniel fue sobreponerse a sus orígenes humildes y entender a cabalidad y con astucia digna de los grandes veteranos en política, las palancas y manijas del arte de gobernar en buena lid. Don Daniel les ganó siempre en su propio juego a los caciques del Mapocho para defender Antofagasta del centralismo agobiante y supo triunfar y perder en una elección democrática.
Su campo de juego limpio fue siempre el voto democrático, donde interpretó la voluntad popular y jamás intentó torcerla por medio de un tribunal o causa judicial alguna. La decisión de las urnas democráticas para él siempre fue sagrada.
Tu obra es magnífica querido amigo y tu memoria perdurará por siempre en las campanadas elevadas y armoniosas del reloj de Antofagasta...
Descansa en la paz de los justos camarada y amigo, a quien tanto debo.
Fraternalmente,
Ricardo Rabanal Bustos
profesor, cronista y bombero
Antofagasta
