Cuatro días de safari por el parque nacional Kruger, en Sudáfrica
Cerca de cinco horas en auto y tan sólo una en avión, separan Johannesburgo -punto de llegada a Sudáfrica desde Chile- de ese parque nacional, el más grande de ese país.
M. Trinidad Pérez - Lante della Rovere
El sol rojo intenso y la espesa neblina de esa mañana cubrían las miles de hectáreas verdes que componen el Kruger. Todos los amaneceres y atardeceres en la sabana eran impresionantes, pero este, según nuestro guía Richard, era especialmente inusual. Eran las seis de la mañana y el sol rojizo aparecía por la derecha, aclarando de a poco sobre la neblina, y por el otro lado, una inmensa luna llena seguía iluminando lo que quedaba de noche. Se escuchaban los pájaros cantar y yo me preguntaba cuántos animales estarían rodeándonos, sin nosotros darnos cuenta. "Agradezcan que en el camping hay piscina" nos dijo Richard, por el fuerte color del sol, que al parecer presagiaba un día extremadamente caluroso. De a poco íbamos escuchando la sabana activarse: los elefantes empezaban a salir, los leones a cazar, los rinocerontes a pastar. Era otro día para maravillarnos de la naturaleza imponente que ofrece el parque nacional más grande y más antiguo de Sudáfrica.
A la sabana
Luego de pasar dos días en Johannesburgo, donde experimentamos el lado más violento y miserable de Sudáfrica, mi amiga y yo optamos por irnos por tierra hacia el parque nacional Kruger, en un trayecto de cerca de cinco horas de duración. La carretera estaba impecable, demostrando el alto grado de desarrollo que en ese sentido cuenta Sudáfrica. Sin embargo, al cruzar por zonas rurales, la pobreza y la miseria volvía a manifestarse de forma latente, combinándose, sin embargo, con una naturaleza llena de fuertes colores. Se me cerraban los ojos del sueño por el jetlag que aún no lograba superar, pero todo era tan alucinante, que no podía perder el tiempo durmiendo.
Llegamos al campamento Prektorious, en la zona más alta y fresca del Kruger. Nos subimos ansiosas a una Toyota 4x4, para empezar nuestro primer safari. No llevábamos más de veinte minutos cuando vimos un enorme elefante comiendo ramas de un árbol, a tan sólo cinco metros nuestros, moviendo sus enormes orejas arrugadas mientras masticaba una dura rama. Ahí aprendimos que los cementerios de elefantes efectivamente existen, ya que al envejecer se reúnen en lugares donde la comida es más blanda y fácil de obtener.
Ese elefante sería el primero de muchos que vimos por nuestro camino durante los cuatro días que pasamos en el Kruger, lugar que es un verdadero paraíso para quienes disfrutan de la naturaleza. Tuvimos la oportunidad de ver cómo una leona ensangrentada venía de vuelta de una caza, hienas amamantando a sus crías, jirafas caminando a dos metros nuestro, además de ver especies en peligro de extinción, como rinocerontes y algunos tipos de pájaros, a muy corta distancia.
Especies vulnerables
Las casi dos millones de hectáreas que componen el parque Kruger hacen de este parque una de las reservas más biodiversas de África, albergando a aproximadamente 147 especies de mamíferos; más de 507 de pájaros; 114 de reptiles; 49 de peces; 34 de anfibios; 227 de mariposas y 336 variedades de árboles. Sin embargo, existen especies vulnerables, como el rinoceronte y, recientemente, la jirafa entró a la categoría de vulnerabilidad. Se calcula que hoy existen cerca de 97.000 de ellas, disminuyendo su población en un 40% en los últimos treinta años.