Alexa Garín: la joven nortina, científica, artista y aymara
Tiene 30 años y cursa un doctorado en microbiología en Alemania y se interesó por la biología jugando Pokémon. Su pasión por el mundo microscópico es algo que comparte con dibujar cómics, los que usa para que la ciencia sea conocida por todos.
La ciencia y el arte son mundos distintos, pero que perfectamente pueden entrelazarse, lo que desde tiempos antiguos se ha demostrado que es posible.
Y esos dos mundos es lo que con éxito logró combinar Alexa Garín-Fernández, una joven de 30 años y nortina de corazón. Si bien nació en Antofagasta y sus estudios los cursó en la comuna, su vida está más ligada con Arica, ya que es en la "Ciudad de la Eterna Primavera" en donde vive su familia.
Alexa cuenta su historia desde el otro lado del mundo, en Alemania. Tuvo que dejar los cerros con tierra y el Sol del norte de Chile por el Viejo Continente, para seguir su doctorado en microbiología.
Y mientras continúa con su investigación sobre seres vivos y estructuras microscópicas, también se enfoca en su otra pasión: ser ilustradora de cómics y piezas de arte, diseños. En esas viñetas es donde ha encontrado un espacio para explicar complejos conceptos científicos, reducidos a un lenguaje entendible por todos a través del dibujo.
Pero hay algo más, algo que la unirá por siempre al norte de nuestro país. Orgullosa, reitera que por sus venas corre sangre originaria Aymara. "Mis raíces son muy importantes para mí. No sólo por lo que significa una comunidad indígena, sino también porque es parte de mi historia y la de mi familia. Aquellas tradiciones con las que me crié son las que intento mantener hoy y me siento orgullosa de ser Aymara. Intento ser cada día consecuente con las enseñanzas de mi familia y nuestro concepto de comunidad, que pertenecemos a este mundo y no al revés. Además del respeto a quienes nos rodean, no sólo a las personas, sino también la tierra, plantas y animales. Ese respeto nace, no se impone. Mis raíces Aymaras son uno de los motores principales de mi persona, quisiera que más indígenas entremos en ciencias, que aún más seamos orgullosos y orgullosas de nuestros orígenes", afirma.
Investigación
Alexa tiene 30 años y cuando ingresó en la Universidad de Antofagasta pudo conocer profesores que inspirarían en lo que vendría después, una de ellas la doctora Cristina Dorador, conocida científica por su trabajo en la búsqueda de bacterias en los salares del norte de Chile.
Una beca le dio la oportunidad a la joven de cursar el doctorado en Alemania, en donde durante seis meses estuvo estudiando el idioma y luego vendría el curso como tal en Helgoland, isla de apenas un kilómetro y medio en el Mar del Norte y en la que residen mil personas. Aquellos que llegan a este lugar para estudiar se han convertido en algo así como su familia.
"Ha sido un desafío que me cambió la vida. De vivir en el desierto costero toda mi vida, pasé a un ambiente con nieve y lluvias en invierno.Hacer ciencia aquí ha sido muy fructífero para obtener nuevas perspectivas. He podido trabajar en dos centros de investigación: El instituto Max Planck para Microbiología Marina en Bremen y el instituto Alfred Wegener en Helgoland.
Añade que "el idioma también se me ha hecho un desafío. A pesar de que mi tesis está escrita en inglés, en muchas ocasiones tengo que hablar en alemán y al final termino hablando en un 'alemanglish latino'".
Su doctorado se enfoca en el estudio de los fagos del Mar del Norte. Estos "fagos" corresponden a virus de bacterias. Ella explica que si bien los virus son entidades biológicas, o sea que son parte de la biología, no se consideran organismos vivos porque para ello deben cumplir ciertas condiciones.
"Los virus son muy abundantes en los ecosistemas marinos. Por ejemplo, si llenamos una botella de vino (700 ml) con agua de mar, ¡habría allí casi tantos virus como humanos en todo el mundo!, pero no hay que preocuparse ya que la gran mayoría se han identificado como fagos. Sólo un muy pequeño porcentaje son dañinos al ser humano, de hecho los virus son clave para el balance del ecosistema".
La joven explica que su trabajo específicamente se centra en estudiar los fagos de bacterias marinas y entender cómo transfieren estas 'habilidades' en el ambiente. De todas las bacterias, estudio a la llamada Vibrio. Debido al actual desastre climático, en el Mar del Norte y otros océanos están subiendo las temperaturas de las aguas. Entre otras consecuencias, en esta área están apareciendo con más frecuencia bacterias del género Vibrio. Entre otras, está el V. cholerae que puede causar la enfermedad de cólera, y V. parahaemolyticus que causa gastroenteritis. A pesar de que la mayoría de estas bacterias que hemos estudiado en el Mar del Norte no son patógenas (que producen enfermedad), podrían llevar a serlo si se llegan a infectar con un fago que contenga genes de patogenicidad".
Es decir, investiga qué virus son los que están en el Mar del Norte y ver "quién está infectando a quienes nos infectan".
Entre Pokémon y cómics
El fenómeno Pokémon fue lo que motivó a Alexa a interesarse por la ciencia. Este videojuego de Nintendo en el cual se busca capturar criaturas de distintas especies en varias partes del mundo, golpeó la puerta de su curiosidad científica cuando ella tenía entre 10 u 11 años.
"Cuando lo jugué por primera vez, pude descubrir un nuevo mundo, compuesto por interesantes seres que conviven con humanos. Allí bajo el apoyo de un científico (el personaje Profesor Oak del juego), empiezas tu camino para identificar los seres que habitan las diferentes regiones. Si lo pienso, hoy hago algo similar con los fagos".
"Pokémon no sólo fue el inicio de grandes amistades que tengo hasta hoy, sino que me mostró un nuevo mundo para explorar. Curiosa por los diseños de personajes, pude entender conceptos de biología como parasitismo, simbiosis o el efecto del ambiente en el cambio de los Pokémon.Aunque también seguía el animé y el manga (cómic japonés), el videojuego es el que más me envuelve. Creo que la posibilidad de tener un mundo para explorar hace querer ser parte, así como crear los propios… Al final me ayudó a echar a volar la imaginación y la curiosidad, que es base tanto para la ciencia como el arte".
Y a propósito del arte, la nortina dice que lo de las historietas es algo que está en su ADN: "Hacer caricaturas científicas ha sido algo que nació orgánicamente. Siempre he sido 'la rara': muy artista para la ciencia y muy científica para las artes. Hoy en día entiendo que esas cualidades que no nos dejan encajar, es precisamente lo que nos hace especiales y debemos tener orgullo sobre nuestras cualidades únicas".
En 2015 y en Antogasta, la contactaron de un anterior equipo de investigación a cargo de Cristina Dorador, en la que le pidieron ilustraciones para un libro de colorear sobre microbiología para el proyecto PAR Explora, que divulga la ciencia -principalmente- en escolares. Ahí, sin importar la distancia y el tiempo, comenzó el trabajo y nació "Mic Robio", una de sus creaciones.
"A grandes rasgos, Mic es una bacteria que ama la aventura y va a explorar diferentes ambientes donde se encuentra con nuevos amigos (y a veces enemigos) microscópicos. Cuando sacamos esa historia se la mostré a la doctora Antje Wichels (mi supervisora de tesis aquí en Alemania), quien amó este proyecto y quiso traducir esta historia del Español al Alemán e Inglés para que también pudiésemos compartirla aquí también. Cuando recibí tan buena recepción por esta historia quise seguir dibujando microbios o explicando lo que hacemos en microbiología, y así sigo hasta el día de hoy".
Los cómics se enfocan en dos áreas: para dar a conocer la incontable diversidad de los microorganismos y también de la comunidad científica. Es decir, la idea es enseñar conceptos de microbiología con dibujos y mostrar que no todos los microbios son dañinos, ya que hay otros que son claves en el ecosistema y para eso, lo importante es hacerlo en un lenguaje entendible por todos.
Lo otro es una motivación más bien personal de derribar los estereotipos: "No todos somos ese científico hombre de mediana edad que dice 'Eureka'… De hecho, aún no conozco ninguno que diga eso. Lejos de ese estereotipo, soy mujer, Aymara, y estudiante inmigrante. Existe una diversidad cultural y de género que componen la comunidad científica, y quiero mostrar esa visión para inspirar y motivar. Somos personas con problemas, dilemas, que no sabemos todo ni hacemos todo bien, pero que tratamos de llevar un desempeño riguroso y consecuente". Todos estos dibujos de Alexia se pueden encontrar tanto en Facebook, Instagram y Twitter, bajo el nombre de "@Microbiobac".
Alexia además es parte de "Ekpapalek", un proyecto internacional que busca promover el desarrollo profesional de los estudiantes latinomaericanos, donde también se integra el empoderamiento de mujeres latinoamericanas y las lenguas indígenas. En dicha plataforma, ella ha contado su historia.
"Me gustaría volver a Chile, pero aún quiero aprender más sobre cómo se hace la investigación en Europa para obtener mejores herramientas y aplicarlas en Latinoamérica", reflexiona.