El pueblo y la autopista
El desértico pueblo de Sierra Gorda se está preparando para la construcción de una autopista que pasaría a 2 kilómetros de la actual carretera que une Antofagasta con Calama. Varios poblados han quedado fuera de la ruta con la doble vía: en Incahuasi o Los Verdes y sus habitantes cuentan cómo se repusieron después de que desaparecieran del paso de la carretera una de sus principales fuentes económicas. En Sierra Gorda, en tanto, esperan el progreso con incertidumbre.
El viajero que va de Antofagasta a Calama (o viceversa) debe cruzar, si o si, tres horas de desierto. Por las ventanas verá las extensas planicies de aridez, cerros y cerros hasta donde alcance la vista y una bencinera. Las únicas excepciones al monótono paisaje en el camino son dos: los pueblos de Baquedano y Sierra Gorda. Hasta 2013, la carretera tenía paso obligado por Baquedano, los buses paraban a tomar pasajeros y seguía camino. Ese año se inauguró la doble vía hasta Carmen Alto y el camino ahora pasa por el lado del pueblo, dejando un by pass de acceso.
Los tiempos de viaje entre las dos grandes ciudades disminuyeron. Osvaldo Torres, presidente de la Junta de Vecinos de Baquedano, dice que en estos seis años también disminuyó la conectividad y con ello, hizo caer a varios comerciantes cuyos negocios dependían de la carretera que pasaba -antes- por medio del poblado.
-A la larga se está yendo la gente. Eso es lo lamentable. Se está yendo buscando nuevos horizontes. Hasta yo pienso irme.
72 kilómetros más al oriente está el pueblo de Sierra Gorda, un lugar donde el bus sigue parando. Pronto podría dejar de hacerlo, porque el proyecto de construcción de la autopista hacia Calama no tiene pensado pasar su camino principal por en medio de la localidad como ha sido hasta ahora, sino que a dos kilómetros de ahí. El municipio quiere que esté más cerca. El tira y afloja no ha terminado y en Sierra Gorda hay quienes presienten que podrían transformarse en Baquedano II. Sus habitantes han ido a protestar a Antofagasta. Violeta Fredes, habitante del pueblo, siente temor.
-Si nos aislan vamos a empeorar, se nos van a ir todos los servicios.
Fredes dice los 650 habitantes de Sierra Gorda dependen de una u otra forma del mineral. Una mitad, cuenta, trabaja en la minería. La otra mitad trabaja de la minería. Ella está en el segundo grupo y en eso el camino es fundamental. Se dedica a la hotelería con las empresas que prestan servicios a las faenas y cree que con la carretera nueva, el destino de su rubro se irá al tacho.
-A una empresa contratista le va a convenir ir a Calama, que va a quedar más cerca de la minería, que venirse a Sierra Gorda que va a quedar más lejos.
El alcalde, José Guerrero, fue a Santiago para hablar con el mismo ministro de Obras Públicas y formar una mesa de trabajo para resolver los desencuentros que hay por la autopista. Asegura que se puede buscar una solución en conjunto y ayudar a compensar las posibles externalidades negativas que podría traer la moderna carretera, pero que nunca se han opuesto a la construcción de la doble vía como tal.
-Queremos con toda la voluntad del mundo que esto se solucione luego- comenta el edil de Sierra Gorda.
En Antofagasta, el seremi del MOP, Edgar Blanco, dice que la autopista traerá varios beneficios, como la seguridad. Se evitarán prácticamente en un 100% los choques frontales (seis personas mueren al año en la ruta, cuenta el seremi Blanco), ahorro en tiempo y combustible, y la unión de los polos de desarrollo económico.
Buenos accesos, pero caro el peaje
En 2016 se terminó la doble vía entre La Serena y Vallenar. En Cachiyuyo, pueblo que sigue orgulloso del teléfono que CTC puso en 1990 y que se inmortalizó en un comercial, sus 220 habitantes ven la carretera de lejos. Luisa Villalobos, presidenta de la Junta de Vecinos, explica que la autopista les hizo bien porque, además, hay mano de obra local.
-Habían muchos accidentes, y el acceso y salida del pueblo estaban en una parte no muy recomendables. Ahora tienen un trabajo arquitectónico y quedó bastante bueno. En ese sentido nos favoreció, pero sí nos perjudica el tema de los peajes.
Villalobos dice que hay niños que van a la Teletón a La Serena y deben enfrentarse a dos peajes. Ida y vuelta, cuenta, son casi nueve lucas en puro pago de autopista. La petición ante las autoridades para evitar los altos costos la están coordinando con el poblado de Incahuasi, unos treinta kilómetros al sur.
-Tenemos peajes diferidos- cuenta Marcela Núñez, presidenta de la Junta de Vecinos de Incahuasi- Se está buscando todavía en reuniones de dónde podemos sacar estos recursos de parte del gobierno para poder pgar estos peajes que nosotros utilizamos. Porque no son peajes liberados ni gratuitos, son peajes diferidos que en su debido momento se van a tener que cancelar. ¿Cómo? No se sabe.
A diferencia de Sierra Gorda, la dirigenta dice que Incahuasi no depende de las personas que pasen por el pueblo y que la carretera quedó bien accesible. "Quedaron buenos los accesos", cuenta. Núñez dice que en los primeros días de la doble vía se consultó en los negocios si había bajado la venta y que al principio sí, "pero con el tiempo se normalizó y al final es como lo mismo", comenta Marcela Núñez.
Lejos de la caleta
Donde todavía resienten el golpe de no tener la carretera principal es en Los Verdes, a 21 kilómetros de Iquique. Los iquiqueños suelen veranear en las playas al sur de esa ciudad, y Los Verdes era paso casi obligado para comer pescados y mariscos, gracias a la ruta 1. Pero la autopista inaugurada en 2014 ya no pasa directo por ahí. Natalia Santander tiene un local en la entrada de la caleta y, asegura, la venta cayó en un 70%.
-Hay varios locales que han cerrado. Algunos los arrendaron, otros de plano cerraron- dice la iquiqueña. El negocio continúa: su marido buzo saca los mariscos del fondo marino y después los venden en Los Verdes. Los fines de semana, aún son visitados por sus clientes fieles de Iquique y Alto Hospicio que conocen el sector.
-Mire, la verdad de las cosas es que ha perjudicado bastante, pero poco a poco nos hemos ido recuperando-, reflexiona Rubén Munizaga, quien tiene una granja educativa en lo alto de Los Verdes donde antes llegó a tener leones y pumas, pero ahora dio paso a loros, caballos y ovejas.
Munizaga asegura que, si bien la entrada a Los Verdes es un poco complicada, la carretera es imprescindible y no hay nada que hacer ante lo que ya está hecho. "Ya se está habituando la gente. Estamos todos medio acostumbrados ya".
En la caleta, Natalia Santander ya tiene la experiencia de lo que podría pasar en Sierra Gorda. Comenta que hay menos accidentes, pero que la señalética es deficiente. Les recomienda que luchen, por lo menos para un buen acceso, que los automovilistas que pasen por la futura autopista antofagastina puedan decir 'allá está Sierra Gorda'.
-No como acá, que nos quedamos encerrados en la caleta-, dice, resignada.
El pueblo y la autopista
"A una empresa contratista le va a convenir ir a Calama (...) que venirse a Sierra Gorda"
Violeta Fredes,, habitante de Sierra Gorda.