Foto denuncia
Malas practicas al volante
Este vehículo se encontraba estacionado sobre la vereda para lavarlo, ocupando parte de la calle Matta a un costado de la estatua de Arturo Prat.
Malas practicas al volante
Este vehículo se encontraba estacionado sobre la vereda para lavarlo, ocupando parte de la calle Matta a un costado de la estatua de Arturo Prat.
Durante la Guerra del Pacífico (1879-1884), no solo los hombres de nuestra patria se enlistaron para defender al país. Valientes, carismáticas, solidarias y voluntarias mujeres hacen lo propio, entregando sus servicios en diferentes áreas y lugares. Las que quedaron en casa, debieron asumir el rol de agricultoras al 100% debido a la ausencia prolongada y, a veces, permanente de quien fuera el sostenedor del hogar, sin dejar de lado el cuidado y crianza de los hijos existentes. Las de clase privilegiada no quisieron quedarse atrás. Aunque no se les permitió ir al campo de batalla, se organizaron para realizar diferentes actividades de trabajo y beneficencia. Por ejemplo, un grupo se encargó de confeccionar vendajes para enviar a las ambulancias (hospitales de campañas). Otro grupo organizó rifas y subastas para reunir dinero que iba en ayuda directa de los hogares que acogía a los huérfanos que la guerra dejaba. Las hábiles en costura y bordado se dedicaban a la confección de uniformes y estandartes de presentación de los batallones. También, instalaron sedes de Cruz Roja y hospitales de sangre (bancos de sangre). Realizaron campañas de recolección de libros para enviar a la soldadesca, quienes habilitaban algunos espacios como bibliotecas en terreno.
Las más osadas, dejaron todo y fueron cantineras (enfermeras y soldados) enfrentando las durezas de un clima hostil en tierras áridas y desconocidas. En los pocos tiempos libres y de descanso, fueron escribas para los soldados analfabetos, haciendo llegar cartas a sus familiares. Amenizaban jornadas de celebración como los 18 de septiembre, montando pequeñas obras patriotas con potentes arengas para alimentar su valentía y alejar el miedo.
Muchas veces sirvieron como verdaderas sicólogas, escuchando los desahogos y temores que los invadía antes y después de cada batalla. Para todos, estas bravas cumplieron roles de madres, hermanas y esposas. Nuestras mujeres del S. XIX fueron claves en la conquista del desierto de Atacama y sus riquezas. Merecen ser reconocidas.
Ana Olivares Cepeda
Gestora Proyecto de Ley Día Conmemorativo a la Cantinera de la GDP
Consejera Regional del Ministerio de las Culturas, las Artes y Patrimonio Antofagasta
Consejera de la Sociedad Civil del Servicio Nacional del Patrimonio
una postal nocturna
Muchos alaban los atardeceres de Antofagasta, pero sus cerros igual aportan a las postales que entrega la ciudad, como lo retrata la usuaria de twitter @camiilaafer.