Ignacio Araya
Podríamos decir que la enorme mancha de vegetación que está en el kilómetro 12 de la ruta desde Antofagasta a Calama es un humedal obra de la casualidad. Durante las décadas en que la planta de filtros del Salar del Carmen iba eliminando los excesos de arsénico del agua potable que llegaba a la capital regional, todos los lodos restantes fueron a dar a ese terreno, lo que -a la larga-, hizo florecer la vida: ahora es el hábitat de 11 especies de flora y 50 especies de vertebrados, entre aves, roedores y reptiles. "Yo diría que es un caso único en el norte", cuenta Roberto Villablanca, encargado de Recursos Naturales de la Seremi de Medio Ambiente.
La particularidad de este sitio y la necesidad de protegerlo fue una de las motivaciones de la cartera ministerial para buscar su declaración como humedal urbano. Ya se elaboró una ficha técnica a modo de informe que se envió a Santiago, y esperan que el segundo semestre aparezca el nombre del Salar del Carmen dentro de la lista de los sitios a declarar en todo el país.
"(La declaratoria) entrega herramientas a las municipalidades para proteger el humedal. Hoy todos sabemos qué es un humedal, pero finalmente no hay ninguna herramienta que lo declare como tal y por ende, no hay intervención de organismos públicos para su cuidado y cierre. Es harto el trabajo y necesitamos que todos los órganos públicos nos puedan apoyar también", dice el seremi de Medio Ambiente, Gonzalo Bravo.
Además de la Seremi, en el trabajo para rescatar el humedal está la Dirección de Medio Ambiente de la municipalidad de Antofagasta, mientras que la Fundación Kennedy realiza un levantamiento de información del lugar, identificando amenazas y participa en la cartografía.
Cuando se dejaron de vertir lodos en la zona, la empresa Aguas Antofagasta se comprometió en 2004 a regar el humedal con 60 metros cúbicos de agua cruda diariamente. De esta forma, hay varios puntos donde se infiltra el líquido que permite mantener vivo el ecosistema. Sin embargo, como es un lote de terreno que apenas tiene un cierre con alambre de púas, es fácil de invadir. Entre la vegetación se pueden ver botellas, bolsas y hasta restos de carbón de un improvisado quincho.
Sin embargo, el paisaje naturales está lleno de colas de zorro, chilcas, breas y juncos. Entre las 6 hectáreas de especies vegetales viven reptiles como el corredor de Tarapacá, o varias especies de aves: el picaflor del norte, la paloma de alas blancas, el cernícalo o el halcón peregrino. Además, es una especie de "estación" para dar alimentación y refugio a las aves que recorren su ruta migratoria.
En marzo se instalaron cámaras trampa para observar la fauna, pudiendo verse varios roedores que aparecen por la noche.
También la negra
El seremi Bravo agrega que además del trabajo que ya se hace en La Chimba, se están haciendo gestiones para levantar antecedentes del humedal de La Negra, cuyas aguas escurren hasta dar a la quebrada Carrizo, ubicada al sur de la población Coviefi. "Es un humedal que está rodeado por varias empresas que lo presionan, y podemos encontrar varias especies súper importantes de rescatar", señala la autoridad regional. También, señala, hay un tramo del río Loa que busca esta declaratoria, "y así vamos avanzando en la región en agregar más sitios de protección", dice.