Después de un año sin chicha, los productores volvieron a La Chimba
Hasta el 20 trabajarán los chicheros en el sector norte de Antofagasta y los precios andan parejos: 2 mil pesos el litro de chicha y pipeño. También llegaron los frutos secos y miel de la quinta región.
"Nosotros también los echábamos de menos", comentaba doña Silvia Troncoso, dueña del tradicional puesto de chicha "El rey guachaca", al retomar la venta del rico brebaje dieciochero que el año pasado, por primera vez en la historia, se suspendió por culpa del coronavirus. Para este 18, la situación igual fue de incertidumbre para los ellos hasta el último momento, pero finalmente obtuvieron la autorización y se ubicaron junto a las ramadas de Yasna Collao, en La Chimba.
Como es tradición, los productores se pegan el pique en caravana desde las viñas de San Felipe o Los Andes y se ubican en este trozo de desierto. Hasta antes de la pandemia, ya era clásico verlos armando sus puestos a mediados de agosto, instalando grandes barriles y banderitas chilenas.
En septiembre de 2020, cuando la situación impidió hacer Fiestas Patrias, varios tuvieron que devolverse. Le pasó a Gabriel Lira, de la chicha "La Pelolais": toda la producción se dio media vuelta y se vendió en Santiago a restaurantes o botillerías. "Lo más malo es que la gente de Antofagasta se quedó sin probar el producto… desgraciadamente la pandemia obstaculizó el sistema", cuenta el hombre.
Lo que extraña Lira es ubicarse donde estaban antes. Al frente, donde actualmente se construye la playa La Chimba, solían quedarse exclusivamente los chicheros. Sentado junto a su sombrero de huaso y con la mascarilla puesta, el comerciante tiene esperanzas. "Posiblemente para el año que viene, estemos en el lugar que corresponde, al otro lado".
Normas
Los artesanos del pipeño van a trabajar hasta el día 20, si es que no nos tomamos toda la chicha antes. Durante estos días de "previa", en que decenas de trabajadores se apuran en instalar postes de luz y martillar madera para armar las ramadas, muchos antofagastinos se acercan a comprar o preguntar los precios.
Y como estamos en modo covid, se acabaron los tiempos en que uno probaba el dulce sabor de la chicha antes de decidirse a comprar. No, nada de vasitos. Hay que confiarse en que está buena no más. "Los líquidos deben venir todos sellados, no puede venir ninguno a granel. Al no haber degustación, la gente como que se retracta para comprar", lamenta el dueño de la "Pelolais".
A propósito de los precios, los valores están parecidos a los de años pasados. El pipeño y la chicha está a 2 mil pesos el litro. El chimbombo de 5 -obvio- a 10 mil. El vino dulce, que también traen para estas fiestas, vale unos $3.500 la botella. En "El Rey Guachaca" la granadina y el fernet sale $3.500, "pero si llevan de a dos, les hacemos promoción", asegura Silvia Troncoso.
Pero como no solo de chicha vive la humanidad, la visita de los amigos del sur también trae otros productos que no son comunes por estos lados. En el clásico "Hermanos Ibaceta" el puesto incluye almendras, huesillos, frascos con miel, pasas. "Todo de temporada, ningún producto que no sea del año", es la garantía que asegura Cristian Ibaceta, productor de los alrededores de San Felipe, en la región de Valparaíso.
Los Ibaceta llevan un cuarto de siglo visitando Antofagasta, continuando el legado de Raúl Ibaceta, el patriarca. "Este año fue bien diferente, porque tuvimos fruta hasta fines de julio, así que se aprovechó de tener la más madura para producir una buena chicha con cuerpo y sabor", dice el chichero, uno de los que instauró -hace unos años- la posibilidad de pagar el copete con tarjetas de débito y crédito. Le achuntó medio a medio, porque comenta que actualmente la gente está dejando el efectivo de lado, quizás por la misma pandemia.
Con los chicheros ya instalados, retorna una tradición que casi se perdió por culpa del virus. "Había mucha gente que igual llamaba", asegura el productor Ibaceta. "Hubo muchas ganas de que volviera la chicha a Antofagasta, como ha sido una tradición para ustedes". Este año se trajo 10 mil litros desde los valles del Aconcagua, pero esa cifra estadística no es tan importante para el hombre. "Lo que uno trata de vender no es cantidad, sino que calidad", comenta el vendedor de chicha.
"Los líquidos deben venir todos sellados (...). Al no haber degustación, la gente como que se retracta"
Gabriel Lira, chichero, sobre la venta en modo covid.