Casi 300 golondrinas de mar han sido avistadas este año en la zona
Aves son de hábitos nocturnos, se pierden y tienden a chocar contra la luminaria pública.
Las golondrinas de mar, como dice su nombre, tienden a vivir tanto en las tranquilas aguas del océano, como en sus nidos en el interior del desierto. Una vez que los polluelos salen y sus padres los quieren llevar al mar, a veces ocurren imprevistos provocados por la mano de la humanidad y sus luminarias.
"Tienen una instrucción genética de cómo hacer este vuelo. Cuando hay luces fallan en esa información, y como no tienen programado caer en tierra, no tienen habilidades para retomar vuelo, y quedan tiradas a merced de los perros, ratones, o mueren abandonados o las atropellan", cuenta el biólogo y académico de la Universidad de Antofagasta, Carlos Guerra.
De acuerdo a las cifras del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), en lo que va del año se han visto 296 ejemplares de golondrinas de mar, la mayoría correspondientes a la mar de collar (Hydrobates hornbyi), reportándose 263 de estas aves. También se han observado 30 golondrinas de mar negra )Hydrobates markhami), una golondrina de mar chica (Oceanites gracilis), una golondrina de mar (Ocenites oceanicus), y una golondrina de mar de ceja blanca (Pelagodroma marina).
Es en esta época en que los adultos entran a buscar sus nidos y poner los huevos. Tras la incubación, los polluelos suelen salir aproximadamente en marzo, y es ahí donde se pierden. Las únicas luces que ellos conocen son las que usan para orientarse: estrellas, puestas de sol. Pero una vez que se topan con las luces de las ciudades, se pierden.
Cuidados
Una vez que las golondrinas son rescatadas, suelen liberarse en lugares costeros donde haya poca contaminación lumínica. De hecho, ayer apareció una golondrina de mar chica, que apareció en el desierto a unos 80 kilómetros al interior de Antofagasta, la cual fue trasladada al Centro de Rescate y Rehabilitación de Fauna Silvestre de la Universidad de Antofagasta.
El protocolo, señala el profesor Guerra, depende de su estado físico. Si pesan 35 gramos, un peso adecuado, las liberan. Es difícil alimentarlas, ya que tienen una dieta muy específica. "Andan casi pisando el mar y en la superficie aparecen organismos como el plancton, huevos de pescado, o larvas que tienen bolsitas de aceite. La experiencia nos indica que el proceso que ellas tienen es difícilmente reemplazable por un tratamiento", dice.
Actualmente, hay un plan de recuperación, conservación y gestión de las golondrinas de mar del norte del país, levantado por el Ministerio del Medio Ambiente. En mayo se realizó un webinar en el cual la sociedad civil pudo conocer cómo se trabaja este plan, que busca cuidar las especies.
En caso que se encuentre alguna golondrina de mar, no debe darle agua ni alimentos, tratar de guardarlas en una caja con ventilación y oscuridad, y dar aviso a contacto.antofagasta@sag.gob.cl para coordinar su atención.
263 de las especies avistadas en la región de Antofagasta corresponden a la golondrina mar de collar.