Mensaje de Navidad

Hace varias semanas nuestras calles y ciudad respiran un cierto aire navideño, con luces, colores que adornan nuestras casas y calles e invitan a los ciudadanos a sumergirse en la carrera de preparativos, para los que pequeños negocios y grandes tiendas pregonan tener el regalo perfecto, la cena más deliciosa, con el fin de que todo desemboque en la dicha de celebrar "Navidad".

Además, son las segundas "navidades covid" que vivimos, y aunque la situación haya ido mejorando poco a poco, hay muchos pueblos de nuestro mundo a los que apenas se han asomado las vacunas y los medios que el esfuerzo humano va logrando para superar la pandemia ¡Qué grandes son los humanos cuando se unen para luchar y mejorar la vida!

"Navidad covid" para muchos tendrá ribetes de tristeza y anhelos de lo perdido. También para ellos debe ser Navidad.

Podemos imaginar que algo más de 2000 años atrás, lo que dio origen a la Navidad se parecía más a un anhelo, a un misterio, a un desafío más que a una fiesta. Y, sin embrago, hay algo que permanece.

Pudiéramos nombrarlo como deseo de ser con otros, como deseo de amar, como necesidad de encuentro, como posibilidad de creer de que en lo humano, hay algo tan grande, misterioso y bondadoso que hasta a Dios se le ha ocurrido como posibilidad, como plenitud, como complicidad compartida y lugar de redención.

Navidad, fiesta del encuentro entre Dios y los seres humanos y los hombres y mujeres entre sí.

Feliz Navidad a ustedes y familia, les desea,

Monseñor Ignacio Ducasse Medina

Arzobispo de Antofagasta

Oposición

Señor director:

Toda la ciudadanía espera que la nueva oposición de sea constructiva y no destructiva. Que los proyectos e iniciativas que tuvieron como postulantes a ser gobierno, las pongan al servicio de las nuevas autoridades como un gesto de buena voluntad, y reales deseos de un mejor futuro para el país. Que no sea una "piedra en el zapato". Que ayude a corregir errores, entregando soluciones con altura de miras. Dejar de lado el egoísmo y el revanchismo partidista. Nadie espera que seamos un paraíso terrenal o Edén, pero sí un lugar donde podamos vivir en paz y en condiciones dignas en todo el sentido de la palabra. Se necesita voluntad y deseos de quererlo.

Jorge Valenzuela Araya