Detectan en Antofagasta a la cotorra argentina: ave que causa preocupación
La especie fue vista en el Parque Brasil y es considerada como invasora, lo cual podría traer problemas para el ecosistema local.
Llegó a la Zona Central en la década de los 80's y ha causado varios problemas. La "cotorra argentina" es un ave pequeña que mide entre 25 y 28 centímetros de largo y pesa cerca de 100 a 150 gramos, con una apariencia atractiva: plumaje verde en las alas y amarillento en el pecho, con un pico anaranjado y un chirrido que se parece al de su pariente, el loro chileno.
Hablar de esta especie en Antofagasta es una novedad y si bien en esta zona pocos la identifican, ya se ha detectado la cotorra argentina (Myopsitta monachus) y ha sido avistada en las copas de los árboles del sector del Parque Brasil o recogiendo alimento en el suelo, lo que ha llamado la atención de las personas que pasean por el lugar, no acostumbradas a este emplumado y bullicioso nuevo habitante del espacio.
¿Pero por qué podría generar problemas? Esto se debe a que esta especie al no ser de la zona y tratarse de una invasora es capaz ocasionar consecuencias negativas para el ecosistema.
Así lo explica el director del Centro de Regional de Estudios Ambientales (CREA) de la Universidad de Antofagasta, el doctor en biología Carlos Guerra, quien afirma que esta ave lentamente ha ido ampliando su presencia en Chile, hasta llegar al norte y específicamente a Antofagasta.
"Es una especie que ha estado incrementando su invasión geográfica y ahora nosotros somos parte de esa invasión. Hace un año detectamos un grupo chico en la plaza Olivar, y ahora, por lo que se describe, parece haber una colonia en el Parque Brasil, lo que resulta preocupante, porque significa que esta ave se está asentando en la ciudad y eso implica competencia con las especies nativas ", detalla el científico.
Guerra menciona como posibles afectados al gorrión, la tórtola, el chincol o la paloma de alas blancas que tienen hábitos alimenticios similares y comparten cierto nicho ecológico con las cotorras argentinas, con la diferencia que estas últimas son más grandes y agresivas, situación que las termina favoreciendo.
"Ellas llegan, se establecen y comienzan competir por el espacio y el alimento con las aves nativas, y al final las desplazan porque tienen cualidades que las otras no poseen. En la Zona Central de Chile se han convertido en plaga y está costando mucho controlarlas", comenta.
De manera natural esta especie se encuentra en Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, pero debido a la compra y liberación por parte del ser humano, el ave ha sido introducida de forma artificial a países de América, Europa, Asia y África, en donde se ha reproducido sin control debido a su gran capacidad de adaptación a los distintos ambientes.
El profesor Carlos Guerra explica que lo ideal sería que los organismos públicos competentes tomen cartas en el asunto y apliquen los controles necesarios para erradicar a las cotorras argentinas, aunque asume que se trata de una tarea complicada y muchas veces poco comprendida por la ciudadanía.
"Son animalitos que no son parte de nuestro sistema ecológico y por lo mismo no son bienvenidos, ya que afectan a las especies nuestras. Ojalá se pueda evitar que su población aumente, porque si llegan a áreas silvestres, como la quebrada La Chimba, podrían tener efectos mucho más serios para nuestro ecosistema", agrega.
En nuestro país, la presencia de la cotorra argentina ha sido estudiada por la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile, que incluso creó una página web donde aporta información sobre esta ave (www.cotorrainvasora.uchile.cl).
Allí se la describe como un psitácido (ave de la familia de los loros y papagayos) de tamaño mediano, sin dimorfismo sexual y monógamo, que posee una dieta flexible y se comporta bastante tolerante a la perturbación humana, por eso no le molesta instalarse en espacios altamente densificados.
Otra característica que favorece su adaptación es que, a diferencia de sus parientes chilenos, que anidan en huecos de los árboles o en la tierra, esta especie construye sus propios nidos, lo que les confiere cierta independencia para instalarse en ambientes nuevos, los que se ubican en las copas más altas de los árboles, normalmente a más de 15 metros de altura.
"Parece haber una colonia en el Parque Brasil, lo que resulta preocupante, porque implica competencia con las especies nativas".
Carlos Guerra, doctor en biología y académico de la UA.