Cartas
Campamentos y tomas vip
Señor director:
Me es grato saludar a vuestro medio, y quiero poner en contexto lo que se vive en gran parte del norte con la proliferación de campamentos sin regulación que forman parte del escenario actual de las ciudades y que llegaron para quedarse.
Hemos visto la acción de algunos alcaldes que se han manifestado para erradicar el problema, pero que a la postre seguirán instalándose en otros lugares. Tocopilla no es la excepción y tenemos ejemplos como sitios eriazos que han sido tomados por personas sin soluciones habitacionales que recurrieron a estas medidas para tener un techo para vivir.
Existen lugares como la cancha Magallanes, la población la Patria con grandes tomas que difícilmente puedan salir de ahí al tratarse terrenos privados y cuyas gestiones por erradicar el problema han fracasado o por indiferencia por quienes deben hacer la pega para terminar con este problema.
Lo mismo ocurre en Caleta Boy norte y sur que forman parte de una gran extensión de mediaguas con cierres perimetrales, en ambos casos por personas extranjeras sin solución, hasta ahí el tema dentro del puerto.
Finalmente, ¿qué pasa con las famosas tomas vip que están ubicadas en las caletas pesqueras que no tienen permisos de construcción y que adornan el entorno con lujosos portones, balcones, sistemas de alarmas, piscinas e iluminaciones led? Si hasta existen personas que se encargan en lotear los terrenos mencionados.
Estas son sin duda una segunda vivienda con estándares de construcción que no cualquier bolsillo puede pagar. ¿Qué pasa entonces aquí, hay ciudadanos privilegiados, nadie fiscaliza, nadie regula, qué dice el plano regulador, dónde están las autoridades que miran para el lado, son caletas pesqueras o condominios vip para vacacionar?
Sin duda hay un tremendo vacío legal que por alguna razón no ha sido tomado en cuenta y a medida que van pasando los meses dichas construcciones serán casi imposibles de erradicar y cuyas extensiones de terreno crecerán hasta convertirse en pueblos sin orden ni ley.
Saludos,
Pedro Orellana