Pensiones
Señor director:
Existen miles de delincuentes a los cuales el Estado ha afectado gravemente sus derechos, al mantenerlos en prisiones inadecuadas, insalubres, hacinados, mal alimentados y en permanente contacto con otros delincuentes peores, que los matan o violan o los pueden transformar en mocitos. Con todos ellos el Estado está inmensamente en deuda y debe como mínimo resarcirles con una buena pensión de gracia. Para ello no faltarán los dirigentes de algunos partidos políticos que califican como peligroso el revocar estas pensiones de "gracia". Esto les garantiza mantener un pequeño ejército de maleantes pagados por el Estado, disponible para todo tipo de servicios, al estilo de los punteros y piqueteros de nuestros vecinos.
Es hora de que los delincuentes habituales se coloquen a la fila.
Atentamente,
Daniel Zapata Zapata
Un despelote
Señor director:
El año 2014 el entonces contralor, Ramiro Mendoza, afirmaba que en Chile existía una "cultura del despelote" en materia de gasto público. Lo anterior, en el marco de la Comisión Investigadora sobre el uso de los recursos de la Subvención Escolar Preferencial (SEP). En términos simples, el mal uso de fondos destinados a estudiantes vulnerables.
Han pasado 10 años y creo que el entonces contralor se quedó corto. Porque Chile es un despelote no sólo en materia de gasto público, sino también en otras materia relevantes tales como seguridad y orden público, economía, salud, empleo, educación y gestión política, inclusive.
Chile se convirtió en esa "república bananera" que tanto renegamos en aquellos años, donde mirábamos con desdén lo que ocurría en otros lugares del continente. Nos creíamos superiores, los mejores, los jaguares. Y el despertar fue abrupto, de alto impacto.
La decadencia de Chile no comenzó en 2019 con el estallido de violencia y destrucción. Eso sólo nos hizo retroceder velozmente aún más. Ya veníamos mal y no se vislumbra por dónde podría venir el camino de recuperación. Más aún cuando hemos "normalizado" cuestiones que, hace algunos años, no eran para nada normales ni comunes. Chile cambió, pero nadie dijo que sería para bien.
Rodrigo Durán Guzmán