La trastienda de un despido: Dalcio Giovagnoli no sigue y César Bravo asume la banca minera
El directorio meditó la salida del argentino tras su nueva derrota ante Everton, pese a que lo habían ratificado a mitad de la semana pasada. La tardía movida hizo que algunas opciones se cayeran y fueron por el DT que quiso venir.
Deportes - La Estrella
El lugar común es permanente en el fútbol cuando se trata de esta frase. "Técnico ratificado, técnico que termina siendo despedido". Y ese parece ser el análisis más fácil y a la mano para explicar la salida de Dalcio Giovagnoli desde la banca de Cobreloa después de que trascendiera la semana pasada que el directorio naranja lo ratificaba hasta fin de año en su cargo.
Pero definitivamente, la historia es otra. La decisión de despedir al estratego y nombrar a César Bravo como el nuevo DT que intentará conseguir ese milagro de mantener la categoría en cuatro partidos, tiene otras aristas desconocidas para el mundo de las redes sociales, que tantas veces es tomado en cuenta como termómetro de la realidad en el club.
Bravo llegó al estadio Sausalito en completo anonimato el sábado pasado, sin compañía de gente del club y visitando amigos con los que siempre tuvo buena relación después de años trabajando en Calama. Saluda cordialmente, cuenta qué fue de su vida como entrenador tras su salida de Trasandino en Los Andes y de paso, reconoce que la situación de los "Zorros" se ve difícil y obedece más a un armado de plantel que a una mala propuesta.
"Tomate"-como se le reconoce con cariño en el mundo cobreloíno- confidencia que no es primera vez que va a ver a los naranjas en el último tramo del año. También estuvo en La Florida en la derrota frente al Audax Italiano. Nunca bajó a camarines, no robó flash, siempre desde el bajo perfil. Pero estaba presente, conocía la realidad del club y por eso, al ser uno de los varios que desde la directiva se contactaron hace semanas, hoy fue el único que dijo que sí y aceptó el reto.
Y esto último es necesario sacarlo a la luz, más con una regencia que sólo se visualiza mediante comunicados. Lo que no se cuenta es que sí llamaron a otros entrenadores, que varios querían venir con seis o hasta cinco partidos por delante. Esos mismos decidieron bajarse hoy, cuando el tema ya parece irreversible.
César Bravo (51) ya está trabajando en planificar esta semana larga y llegará con Víctor González como ayudante técnico y Jonathan Cisternas -"el Jinete"- como preparador físico. Será su cuarta vez en la banca del primer equipo loíno y la segunda en que asume como DT ratificado y no desde la figura del "interino", siendo funcionario del club. Ya vivió el proceso en 2014, 2015 y 2016.
El mismo adiestrador reconoce que en marzo falló por pocos días en su inscripción para ser director deportivo. Es decir, en sus ansias por reinsertarse en la actividad tras su salida desde la Segunda División, su mirada sigue siendo la de los proyectos mayores.
Aún así, ahora llega nuevamente como un bombero que tratará de apagar un incendio y como siempre fue en su relación con el buzo de DT del primer equipo. Quizás esta vez logre esa consolidación que a fines de la década pasada, en Calama le quedaron debiendo al último entrenador que encaminó de manera acertada el fútbol joven de la institución.
En silencio
Dalcio Giovagnoli siempre hizo conferencias de prensa y acudiendo a la estrategia comunicacional de Cobreloa, no daba entrevistas. Y en esas atenciones a los medios, últimamente se le criticó su discurso repetitivo y monótono, algo que dista de las permanentes alabanzas que cosechó al dar sus primeros conceptos en Calama ante los micrófonos.
Pero lo cierto es que el santafesino no cambió en sus cuatro meses en el cargo, ni con los espaldarazos o las puñaladas mediáticas. Sacó a relucir sus años de experiencia para no entrar en disyuntivas en un entorno del club que viene contaminado hace décadas.
Sin siquiera imaginarlo o quizás con cierta certeza de que no iba a seguir -y que escondió muy bien-, Giovagnoli se sale del marco y acepta un mano a mano con El Mercurio de Calama en Viña del Mar. Probablemente, porque había varias cosas que era perentorio decir.
"Mi cargo sigue ahí a disposición como hemos dicho con mi equipo de trabajo, no somos traba para nadie. Pero lo cierto es que esa reunión de la semana pasada con la directiva sí sucedió y se nos ratificó en el cargo", confidenció el DT.
Incluso, reconoce que "ustedes deben saber mejor que yo que sí se tuvo contactos con otros entrenadores mientras yo he estado dirigiendo y entiendo que eso pasa siempre en el fútbol. Es parte del folclore de este medio y supongo que hay colegas que sí aceptaron conversar con el club. Va a pasar siempre, más allá de que a mí no me guste que se haga".
Ciertamente, la decisión de despedirlo demuestra un nuevo revés en la gestión del directorio, una falta de visión. Porque hay que dejar una verdad en claro. La permanencia de Giovagnoli hasta ayer jamás estuvo supeditada a una escuálida realidad económica.
Es más, tras la derrota ante Audax Italiano se sentía como el momento más propicio. Pero se decidió esperar el choque con Ñublense porque al entrenador le iba bien jugando en Calama. Y finalmente no le fue bien. Luego, la determinación pasaba obligatoriamente por el momento post Everton, ya que entre ambos duelos había muy pocos días de plazo para reestructurarse. Se perdieron semanas valiosas y candidatos también. Se reaccionó tarde, apelando quizás al último y desesperado intento por variar el rumbo al desastre deportivo.
Hay otra razón que no se expresa desde el directorio naranja y tiene que ver con las sensaciones "al ojo". En Viña del Mar sólo estaba la gerente administrativa, María Calderón. Y aún así, los trascendidos de que Giovagnoli no tenía al plantel contento pasaron a ratificarse tras la derrota. Caras de pocos amigos y discursos de brazos caídos entre los jugadores adelantaban el diagnóstico. Por tarde que parezca, había que actuar ahora o quedarse a ver cómo se hunde un barco que no se ve por dónde pueda salir a flote.
Dalcio se va con las "botas puestas", no sólo por su relación con el grupo sino por su tozuda idea futbolística apedreada en el último mes por ese entorno tóxico y sucio que no lo dejó trabajar tranquilo, esos que le hacían el equipo repetidamente y lo liquidaban en medios y redes. Esos amigos que se terminarían convirtiendo en sus peores enemigos...
"No me complica eso, pasa acá y en todos lados y uno sabe que va a ser así. Sobre el grupo y los trascendidos de quiebre, estamos bien, preocupados pero tratando de buscarle la vuelta. No hemos pensado en dar un paso al costado y seguimos creyendo que se ve actitud en algunos que puede contagiarse el resto", dijo el DT.
Pero el contagio no llegó. Y por eso, ayer le pidieron que se fuera. No se resistió, no puso ninguna traba y dejó el club en el más total de los silencios.