El último "chacabucano" que aún vive en Antofagasta
Sergio Guim Araya nació en la exoficina Chacabuco en 1938, pocos años antes que la salitrera cerrara sus puertas.
Cristian Castro Orozco - La Estrella
En una vivienda de la población Coviefi de Antofagasta, viviendo rodeado de macetas con plantas de diferentes tipos y tamaños se encuentra Sergio Guim Araya, reconocido vecino de 86 años que durante su vida fue inspector e hizo clases en diferentes establecimientos educacionales de la ciudad, motivo por lo que también se le conoce como "el profe Guim".
Destacó además como guía scout, siendo miembro honorario de dicha entidad. No obstante, el vecino también tiene una infancia que lo remite al pasado salitrero de la región.
Y es que Guim Araya es (muy probablemente) la última persona nacida en la oficina de Chacabuco cuando ésta funcionaba como tal durante la década de los años 20 y 30 del siglo pasado.
Recordemos que esta salitrera emplazada en las inmediaciones de la comuna de Sierra Gorda figura actualmente como Monumento Histórico (desde 1971) y como Sitio de Memoria (desde 2018), ya que entre los años 1973 y 1975 sus instalaciones fueron utilizadas como campo de prisioneros políticos.
De China a la pampa
Don Sergio cuenta que fue su padre, Miguel Guim Cham (nombre castellanizado) quien emigró junto con un primo desde la provincia China de Cantón hacia Chile a inicios del siglo XX.
"Ambos eran muy jóvenes y se subieron de polizones a un buque de velas que, según le contaron, era australiano. Con el afán de viajar a Australia se subieron al buque y ahí estuvieron casi un mes sobreviviendo en las bodegas. Cuando la nave llegó a puerto, fueron descubiertos y echados al agua. Menos mal que estaban solo a cien metros de la costa. Nadaron y después les costó mucho hallar a una persona que hablara su idioma. Cuando dieron con otro chino que también hablaba en cantonés, les dijo que no estaban en Australia, sino en Chile".
En efecto, ambos jóvenes fueron dejados por el barco en Tocopilla, puerto salitrero que era el destino obligado de las embarcaciones mercantes de la época.
Chacabuco
Los polizones hallaron trabajo lavando platos en un restaurant chino de Tocopilla, al poco tiempo ascendieron a cocineros.
"Los dueños del restaurant y también otros chinos que vivían en el puerto les dijeron que 'la plata estaba en el interior', refiriéndose a que se ganaba más económicamente trabajando en las salitreras. Así fue que mi padre y mi tío se fueron a Pampa Unión, que por entonces era un importante enclave que se encontraba justo al frente de la oficina Chacabuco", recuerda.
Con los años su padre fue escalando laboralmente y llegó a hacerse cargo de la pulpería de Chacabuco, la única que para ese tiempo funcionaba con dinero corriente de la época y no con fichas, como era la usanza de las salitreras de aquel entonces.
El padre de Guim conoció a su madre, una chilena proveniente de Ovalle. Don Sergio nació en 1938 y pocos recuerdos tiene de su infancia en Chacabuco, pero los fogonazos que retiene le son especiales.
"Recuerdo jugar con niños de mi misma edad, con una pelota de trapo y todos éramos iguales, porque ahí estaban los hijos de los obreros, de los oficinistas y de los jefes. Pero para nosotros, todos éramos iguales y nos gustaba mucho compartir. Además, mi papá contaba con un palco reservado en el teatro de Chacabuco, y eso me hacía muy feliz", recuerda don Sergio.
"Recuerdo jugar a la pelota con los hijos de los obreros, los oficinistas y los jefes y todos éramos iguales".
Sergio Guim Araya