Entre las frías paredes de su hogar, que lo resguardaban como una verdadera fortaleza, murió en la más dolorosa de las soledades.
Hace un par de años quedó solo, cuando su compañera de toda la vida falleció.
Con ella tuvo tres hijos, a quienes crió y educó, para luego verlos partir de su lado para iniciar su propia vida.
Estaba jubilado, había cumplido su ciclo laboral y disfrutaba de su merecido descanso.
Vivía solo y tenía contacto esporádico con sus hijos. La última vez que hablaron con él fue en el mes de enero.
Desde ese momento nunca más volvieron a saber de Eloi Ávila Iriarte, un hombre de 70 años que estuvo por alrededor de siete meses muerto, sin que nadie notara su ausencia.
Su soledad era absoluta. Según las primeras versiones, la relación con sus retoños era distante, por lo que no llama la atención que no supieran de él.
Fue uno de ellos, quien reside en la comuna de Pozo Almonte, quien se alertó por su prolongada ausencia.
Después de largos siete meses, decidió recorrer el inmenso desierto y regresar a su hogar, ese donde creció junto a sus padres.
No pudo entrar, no tenía llaves del domicilio y todo estaba herméticamente cerrado.
Su preocupación lo llevó a solicitar el apoyo de personal de Carabineros, quienes se trasladaron al sector.
Debieron forzar el acceso para poder ingresar, momento en que se encontraron con una escena que los marcó. El hombre estaba fallecido.
El problema es que su cuerpo se encontraba hace aproximadamente siete meses sin vida, en su cama, cubierto con algunas mantas.
Personal de la Sección de Investigación Policial, SIP de Carabineros, fijó el sitio del suceso a fin de descartar la intervención de terceras personas en su muerte.
Según se pudo apreciar en el lugar, no habían signos de fuerzas que pudieran hacer presumir algún robo.
Los hechos serán investigados. El cuerpo fue derivado hasta el Servicio Médico Legal, a fin de establecer de manera científica las causas que provocaron su deceso. J
Eloi Ávila no tenía mayor contacto con sus vecinos. Ninguno de ellos notó su ausencia. Nadie sabía qué ocurría al interior de la vivienda ubicada en plena Avenida Granaderos en la Villa Ayquina. Para todos fue una sorpresa enterarse que su vecino por años, llevaba más de medio año sin vida en su interior.
No hubo ni siquiera olor que los alertara. El diseño de la vivienda era tan hermético, que nadie sintió ningún hedor que llamara su atención.
Redacción