Animalista quiere proteger a treinta perritos de la calle
Lily Esther Ferrer le puso identificación con chip a sus "protegidos" del centro de Antofagasta para que no se los lleve el canil. Ahora busca donaciones para continuar.
No es fácil la vida para un perrito que vive en la calle. Sin casa, sin una familia que le de cariño, sin comida garantizada y vulnerable a cualquier cosa que pase por ahí, un perro no está expuesto a nada bueno. Peor aún en estos días, cuando el calor comienza a sentirse fuerte en el pavimento y los perritos caminan cuadras enteras en busca de agua.
Para Lily Esther Ferrer, animalista independiente, el mayor peligro para sus "protegidos", como les llama a los perritos que viven en el centro de Antofagasta, es que de un día para otro se los lleve el canil. "Ellos se los llevan lejos de su hábitat", cuenta.
Tras buscar la fórmula para defender a sus queridos perritos, a los que va a dejar cada cierto tiempo agua y comida, Lily decidió que lo mejor era ponerles collares con una placa que los identificada como sus protegidos.
"Cada collar tiene un chip oculto que permitirá identificar a quien intente sacar y robar el collar, un sistema de alarma silenciosa", comenta la animalista. De a poco ha juntado dinero y donaciones para conseguir los collares y dárselos a los perritos. De esta forma, ella y los mismos animalitos se quedan un poco más tranquilo ante la posibilidad que alguien se los lleve.
Más perritos
Hasta ahora, Lily ha marcado a diez perritos con su nombre, pero la idea es que sean treinta, y luego poder abarcar a todos los que se pueda. "Este es un llamado de protección a los perritos abandonados, porque es deber de todos cuidar de ellos. En otros países ellos están protegidos por toda la comunidad", explica la antofagastina.
Si bien Lily está en pleno trabajo de poner collares a los canes, aún faltan varios y necesita donaciones para seguir protegiéndolos. Ella está todos los días en el centro, en la intersección de Prat con Matta, entre las 19 y 19.30, junto a sus perritos, dejando fuentes con comida y agua. A veces, lamentablemente, varios pocillos desaparecen en manos de desconocidos. "Se pueden acercar a mí y entregarme los collares".
Uno de los temores de la animalista es la presencia del canil municipal, ya que a su juicio sus perritos del centro, los que siempre han estado ahí y se conocen todos los rincones, terminan en lugares desconocidos para ellos, lo que a la larga, implica más sufrimiento.
"El principal objetivo es que el canil no se los lleve lejos de su hábitat, donde quedan sin protección. Ellos donde están tienen comida, agua y ayuda veterinaria. También hago un llamado a la comunidad para que ayuden a colocar agua en calles, avenidas, ferias y plazas", dice Lily Esther Ferrer.
El llamado de la animalista busca sensibilizar a los antofagastinos que por estos días caminan apurados comprando sus regalos navideños, secándose el sudor con la frente de tanto vitrinear por el centro bajo el sol. Pero usted puede ir a un negocio y pedir una bebida. Un perrito no puede hacer más que pegar un ladrido. En Arica lo pensaron y un empresario decidió instalar un "bebedero público" para los animalitos. Cuando se termina el agua, se renueva automáticamente en la calle Colón, cerca de la feria El Morro.