El peregrinaje hacia la capital para presenciar a una ídola de la música
Fueron tres días de Lollapalooza, para algunos una oportunidad única de disfrutar bandas que rayan lo mejor de la música actual, mientras que para otros, un momento único e inolvidable de estar cerca de su amor platónico.
Redacción - La Estrella
Residiendo en la región, soy de los que viajan a Santiago cuando su artista favorito llega al país. Así lo hice con el último festival del Lollapalooza, la experiencia fue intensa y los recuerdos exquisitos.
Pero para ello, al igual que muchos, tuve que pasar por una serie de pellejerías.
Del 2014 sigo a Lana del Rey, cantante norteamericana que para mi fortuna, fue una de las artistas que encabezó el evento.
El domingo 18 de marzo a las 20.45 se presentaba. Ese era el instante por el cual pagué $100 mil (sin considerar el pasaje ida, vuelta y estadía) y esperé cinco horas bajo el sol apretujado contra una masa humana. Solo para verla, disfrutarla.
Previa
Debo aclarar que si no fuera por Lana, no habría ido al festival, en donde se presentaron bandas como Red Hot Chili Peppers, Pearl Jam y The Killers.
Como mi entrada era para los tres días (la compré casi "en verde" dado que para el festival completo, el costo era por sobre los $200 mil) y Lana cerraba el último, me dediqué entre el viernes y sábado a ver a otras bandas.
La organización del festival te prohibe llevar alimentos o bebidas, solo el agua se permitía. "Perfecto!" me dije. Metí una botella de 1 litro de agua en mi mochila, cargador de celular, cámara no profesional (casi lo único que permiten) y 10 lucas y me fui al Parque O'Higgis.
Me horroricé cuando, mientras me revisaban en la entrada, tomaron mi botella con agua y la tiraron a un tacho. "Por qué! -le dije a la guardia- Si en la info que subieron dicen que puedo traer agua".
"Sí, -me dijo-, pero solo de medio litro".
Siendo las tres de la tarde y con un sol que resplandecía de manera innecesaria, fui a comprar agua, pero esta no la vendían en botella (el festival era "ecológico"), solo el agua. Entonces, dónde me la llevo? Tenía que sí o sí comprar el vaso del festival. Total, $2 mil por un vaso con agua.
Para que escribir de las colaciones que vendían. Solo referiré a que la media docena de churros estaba a $3 mil.
No me quejo, la pasé bien. Presencié en vivo el putéo que hizo Mon Laferte a la organización del festival por no permitirle usar su escenografía, hice amistades y carretié.
La desgracia de Paul
Mientras descansaba en el pasto la tarde del día dos, jornada que cerraba los californianos Red Hot Chili Peppers, unos jóvenes con acento extranjero me invitó a compartir con ellos. Paul, Emilia y Javiera, el primero, estudiante brasileño de intercambio y las dos chicas, chilenas radicadas en Argentina.
En una mochila con doble fondo lograron entrar sandwich, tres botellas de alcohol y marihuana. Comí y bebí con ellos. Paul, que tenía una remera de los Red Hot, me decía que compró entrada solo para este día, su objetivo eran los californianos, como el mío era la neoyorkina.
Ya al atardecer, fui con Emilia a ver a los Imagine Dragons, banda que se presentaba a esa hora. En el pasto se quedó Paul y Javiera, ambos bebiendo y fumando, fumando y bebiendo.
Una hora después, cuando Imagine Dragons terminó, me fui con Emilia a ver a los Red Hot, pero antes, pasamos a buscar a Paul y Javiera.
Ésta última no estaba y Paul, con su remera manchada de vino, yacía durmiendo profundamente.
"¡Paul!, -le grité mientras lo zamarreaba-, están tocando los Red Hot, levántate!" Abrió apenas los ojos, bufió algo en portugués y volvió a dormir. "Déjalo" me dijo Emilia. "Está muerto".
Ahí quedó nuestro furtivo amigo Paul. Roncando sonoramente mientras el ambiente se llenaba con los primeros riff de Californication.
Lana del Rey
Llegó mi "Día D", lo tenía todo cronometrado. Asistiría en la tarde al festival. Evadí la invitación de Emilia para que hiciéramos la previa (tomar alcohol) porque aún tenía fresco en mi mente lo ocurrido con Paul. Si me iba a embriagar, sería después del show.
Llevé cinco botellas de agua de medio litro para la larga espera, me botaron tres (se permitían máximo dos). No me importó, nada arruinaría mi momento.
Apenas entré, vi 30 minutos del show de Tash Sultana, una guitarrista australiana que se presentaba en el VTR Stage (uno de los dos escenarios principales). Lana se presentaría en el Itaú Stage, que estaba del otro lado del parque.
De Tash, me fui raudo al Itaú Stage como a eso de 16:00 a esperar a Lana, que saldría recién en la noche. Ya había gente, la mayoría fans de un tipo con aspecto de gordito playero que se presentaba a esa hora, un tal Mac DeMarco.
Terminado De Marco, hubo un lapso de horas en las cuales me sentí mareado, cansado, insolado y apretujado. Era mucha la masa que esperaba a Lana, pero al menos estaba cerca del escenario.
Tomé una de las dos botellas que tenía con agua. Estaba tan tibia que más que quitarme la sed, me la empeoró.
Se presentó otro artista. Un afroamericano con buzo blanco, cuyas canciones todos coreaban y bailaban menos yo. Ni idea de quién era, su nombre es Khalid. Su ejército de fans eran por lo general adolescentes, por lo cual yo, a mis 26 años, en medio de esa marea "teenager" comencé a sentir nostalgia.
Viendo a un angel
En la espera, muchas jóvenes se desmayaron por efecto del sol y el aglutinamiento. Una niña a mi lado se puso a llorar porque me decía que no aguantaba más ahí parada, pero quería ver a Lana de cerca, y si se iba perdería su sito.
Le di mi última botella con agua caliente, la cual no la bebió, sino que la utilizó para mojarse el cabello. Cuando son las 20:45, las luces del escenario se apagaron y el corazón me dejó de latir por unos segundos.
Fueron 10 minutos eternos entre que se anunció su salida hasta que apareció, pero ahí estaba. Lana del Rey, la misma que tengo de fondo de pantalla en mi Iphone. De súbito recuperé mis energías. Se me quitó la sed, el cansancio y dolor de cabeza, y como un acto involuntario me escuché gritando "Mijita ricaaaa"...
En fin. Me embriagó con su belleza y la resaca perdura. Fue una hora de concierto que reforzó mi amor por ella.