A ocho años del cierre de La Portada, vuelven especies animales a ocuparla como hábitat
Pájaros como el piquero, pelícano, el gaviotín monja o el guanay han vuelto a habitar La Portada tras el cierre al público que Conaf determinó en 2010. Antiguamente el sector era utilizado como playa y sector de pesca, y sin intervención humana los animales han retornado paulatinamente. En los últimos censos de especies, se han contabilizado 21 tipos de animales.
Los 150 mil visitantes que van durante el año al Monumento Natural La Portada no suelen notar todo lo que hay debajo del mirador donde se toman fotos junto con ese arco natural que es símbolo de Antofagasta. En medio de los acantilados, justo al centro entre el mar y el turista, decenas de pájaros piqueros descansan en un pequeño espacio que deja la roca, como si tuvieran su propio mirador para ver el horizonte y el agua.
Desde que se tomó la decisión de cerrar el acceso a los acantilados y la playa de La Portada, en 2010, aves y mamíferos comenzaron a volver a poblar el lugar. En estos ocho años, se han reportado 21 especies entre los farellones, la playa y el mar. En esta área protegida se ha observado el pingüino de Humboldt, el churrete, el gaviotín monja, el gaviotín chico, el chungungo, incluso zorros merodeando el desierto.
"Fue bastante polémico el cierre", reconoce el director nacional ejecutivo de la Conaf, José Manuel Rebolledo. "Sin embargo, la comunidad ha entendido la necesidad de preservar y darle sostenibilidad", dice. En la época en que todavía se podía ingresar a La Portada, la actividad pesquera, deportiva y de recreación ponía en peligro la conservación del monumento natural. De hecho, las cavernas eran ocupadas como baños.
Ayer, "La Estrella" pudo bajar hasta la orilla prohibida, observando cómo la fauna volvió a poseer La Portada. Las oxidadas barandas donde antes funcionaba el sendero para los visitantes son utilizadas por los gaviotines monja como improvisada pajarera. El paso del tiempo es evidente en las mismas escaleras de bajada, cuyos escalones tienen tanta arena acumulada que apenas dejan ver un poco de cemento.
En la arena aún se puede ver un neumático tirado y una que otra botella arrastrada por el mar, pero lo que repleta la playa son cientos de ejemplares de piures secos, cubiertos por la arena. "Está lleno de piure, se va recuperando", cuenta Felipe González, jefe del departamento de Áreas Silvestres Protegidas. "Esto sirve de agentes dispersores por todo el resto del sector. Eso es lo que nosotros esperamos, que La Portada sirva como un banco de dispersión genética, de aves, de reptiles, de mamíferos".
Mientras las autoridades visitan el sendero permitido para los turistas, que rodea desde la altura el monumento natural, dos jóvenes se meten por las arenas del acantilado. El guardaparques tuvo que ir a atajarlos. No solamente personas no pueden ingresar, sino que vehículos tampoco. "Antiguamente los vehículos estaban en la punta de los farellones y no permitían que las aves pudieran descansar. Estas son áreas de descanso y de reproducción, ahí tienes al piquero, al pelícano, al guanay", dice González.
En el caso del guanay, el experto cuenta que al ser un ave migratoria, entre el invierno y la primavera viene a descansar a La Portada misma o a los acantilados del sector. Ahí puede volar, reproducirse y descansar sin que un solo humano los moleste.
Intervención
Sin embargo, hay gente que se igual se mete a la mala, dice el profesional de la Conaf. Si bien en la escalera hay un cierre de fierro al que solo se podría evadir trepando (y que los guardaparques, que están al frente, no vean), el turismo y las actividades deportivas sin regular irrumpen en lugares donde hay presencia de fauna.
"Los guardaparques tienen que estar constantemente sensibilizando estos grupos, sacando a estas personas antes que haya algún impacto porque si es recurrente, esta fauna después no se posiciona en estos lugares y la vamos perdiendo", explica Felipe González.
El hecho de que no hayan personas interviniendo también permite la conservación de fenómenos únicos en la región. Por ejemplo, en los farellones, los manchones negros que crecen en un sector del acantilado corresponden a microalgas que se desarrollan con muy pocas condiciones de luz. De hecho, sólo se ven en sectores con sombra. "Estos están descritos en dos lugares del mundo. Acá y en Italia", comenta el profesional de Conaf a las autoridades que conocieron el sendero que antes fue utilizado por los visitantes.
Tan delicada es esta microalga, explican, que cuando se corta ya no vuelve a crecer. Incluso un grupo de científicos de la NASA vinieron hace unos años a estudiar este tapete de vida que puede adaptarse a una condición climática de estas características.
Por ahora, las playas de La Portada permanecerán cerradas hasta nuevo aviso, como forma de conservar en estas arenas la rica biodiversidad nortina. Algo parecido se está experimentando ahora en el Salar de Tara (ver recuadro), y a pesar de la limitación, parece ser la única forma de no invadir el espacio de una fauna que estaba acá mucho antes que nosotros.