La historia de superación del excampeón de caza submarina
A sus 64 años Alejandro Flores sigue defendiendo a Antofagasta en diversos torneos, superando con esfuerzo y apoyo familiar las tragedias que el destino le puso en su vida.
Durante estos días en la ciudad de Taltal se celebró el Campeonato Nacional de actividades subacuáticas, donde uno de los principales referentes en la modalidad seniors es Alejandro Flores, un deportista que nació en Chuquicamata pero que tiene su corazón antofagastino. Además fue monarca mundial de caza submarina en 1983 y pese a los años continúa con su pasión y dándole logros a nuestra querida "Perla del Norte".
Alejandro tiene 64 años y desde pequeño vivió apasionado por el mar. Sus primeros pasos en esta disciplina fueron junto a su padre, que lo acompañó en su primera inmersión y desde ese momento nunca más dejaría el fantástico mundo acuático. Tras realizar su servicio militar y egresar como agente viajero, este "Lobo Marino" decide no ejercer lo que estudió debido a su amor por el océano y su sueño de convertirse en un deportista destacado.
Con el correr de los años Alejandro transforma su afición al mar en una profesión y se dedica con todo a esta carrera deportiva. "Tomé la determinación ya que este deporte me sirvió para llevar el sustento a mi hogar, por eso decidí ser el mejor del país, entrenando sin descanso día y noche para prepararse físicamente para los requerimientos que exige, siempre con el apoyo de mi madre, a quien amo con todo mi corazón y que me enseñó los principios y valores para crecer como persona".
Su amor por el mar lo llevo a conocer a Luisa Arístegui, quien se convertiría en su esposa y madre de cuatro hijos, Alejandra, Norma, Alejandro y Carlos. "Luisa fue un pilar importante, ya que ella siempre estaba para apoyarme en los momentos difíciles, no solo en mi carrera deportiva sino también en mi vida personal... Además rescato dos amigos que estuvieron en mi recuperación después de dos accidentes, Walter Douglas que me ayudó en la pesca y Gustavo Olguín, un preparador físico que me apoyó en la recuperación".
Tragedias
La primera tragedia ocurrió dos meses antes de comenzar el Mundial en 1983. Ese día estaba realizando la mantención a un motor de un bote, que sin previo aviso se incendió. Alejandro sufrió quemaduras en un 70% de su parte superior del cuerpo, los médicos le comunicaron que no podría participar del Mundial y la frustración se apoderó de él. "Gracias a mi esposa y mis deseos de competir pude recuperarme mucho antes de los previsto por los médicos. Fue un momento duro, pero me sirvió para luego ganar el título mundial".
Pero eso no fue lo peor. En 1995 en la fiesta de "Año Nuevo" un antisocial entró en su domicilio y lo apuñaló en tres ocasiones, una de ellas cerca de su corazón. Tras ser operado de urgencia y posterior recuperación, su médico le informa que producto de la herida tendría que dejar para siempre las caza submarina. "Esa noticia me estremeció y destrozó, pero no pudo aplacar mis ganas de superación. Contra todo pronóstico volví a bucear y hasta ahora soy feliz y buscando nuevos desafíos deportivos".
Una historia de superación que puede servir para las nuevas generaciones de deportistas, no solo de casa submarina. Alejandro sigue luchando, compitiendo y esforzándose por ser el mejor exponente.